Si, se puede emprender con 8 años, yo lo hice de hecho. Te puede parecer alocado pero algunos hemos sido siempre bastante inquietos, o quizá era la necesidad la que me motivaba a encontrar fuentes de ingreso desde mi mas tierna infancia.
Como la mayoría sabéis, vengo de una familia humilde, mi padre era taxista y mi madre ama de casa, y esto a duras penas daba para mantener nuestra familia. Vivíamos sin carencias pero sin lujos, entre ellos estaban la paga semanal que era ínfima cuando empezó a existir, pero mis compañeros de clase, mas afortunados que yo, tenían su paga para comprar sus «chuches» o para gastar en sus comics, por ejemplo.
Yo siempre he sido curioso, y siempre me ha gustado mucho leer. Supongo que la lectura me trasladaba a otros mundos y me permitía escapar de otras realidades menos halagüeñas. El portero o conserje de mi casa, un hombre mayor, recibía por parte de los vecinos la prensa (revistas, periódicos y dominicales), una vez estos los leían, para entretenerse las horas que permanecía en la portería. Era un bloque de 10 pisos con 4 letras en cada piso por lo que como veréis, pese a que no todos los vecinos leían o le dejaban la prensa, si recibía un buen volumen. Yo, cuando no había nadie mirando, recogía el suplemento infantil para poder leer esos comics que me encantaban y que no podía comprarme a mis 8 años, en casa los iba juntando y encuadernando de manera artesanal grapándolos o juntándolos en carpetas.
Un día, al ir a comprar con mi madre vi un hombre, de apariencia normal, que llevaba un carro lleno de periódicos usados, y curiosamente nosotros íbamos por el mismo camino que el, por lo que yo, con la curiosidad de los niños, le observaba embelesado atento a todos sus movimientos. ¿Donde iría con tantos periódicos? Lo normal habría sido que nos desviáramos y perdiera a mi «presa», pero por esos giros del destino seguimos su mismo camino mientras nos dirigíamos al mercado. Dos calles antes de llegar observe que el hombre entraba a un pequeño y cochambroso local ubicado en los bajos de la parte posterior de un edificio de viviendas en el que no se veía otra cosa que papel, periódicos, revistas, etc. Las tiendas normales (zapaterías, decomisos, droguerías, etc) estaban del otro lado del bloque.
Observe, retrasándome y ganándome una bronca de mi madre que el hombre le entregaba los periódicos al hombre del local y que este, tras pesarlos en una balanza le daba un dinero a cambio. Me quedé boquiabierto. Le acababa de pagar por unos periódicos usados, como los que mi portero tiraba a la basura tras leerlos. Mi cerebro de 8 años empezó a maquinar. Tenía que hablar con aquel hombre del local. Y así lo hice. En la primera ocasión que tuve, no recuerdo si fue mientras jugaba o algún día mientras volvía del colegio, me desvié hasta aquel local y le pregunte al hombre si quería mas periódicos y si me pagaría a mí por ellos. El me dijo que si y que aceptaba todo tipo de papel o cartón. Así nació mi primer negocio.
Cuando me encontré con el señor Ignacio, mi portero, le dije que por favor no tirara los periódicos y revistas que hubiera leído y que me los guardara. El me miró asombrado, pero imagino que pensó que eran cosas de niños o que los necesitaría para algún trabajo del colegio, por lo que no me preguntó mas y me los iba guardando. Cada vez que se juntaba un buen montón, yo bajaba con una mochila vieja, que tenía que haber tirado hace años según mi madre, y la llenaba hasta los topes, a la vez que en mis brazos juntaba todo lo que podía y me dirigía al cochambroso local. El hombre sonreía al verme y tras pesar el «cargamento» me pagaba lo que correspondiese, unos días 10 pesetas, otros 25, y con estos capitales, que yo iba ahorrando, me iba comprando mis comics y mis chuches como mis compañeros de clase, pero con el orgullo de habérmelo ganado yo mismo. No se si el hombre me pagaría lo mismo que a los mayores que traían papeles, pues desde la inocencia de un niño no acordamos precio alguno, le llevaba lo que tenía, el lo pesaba y me pagaba en consecuencia, pero para ese empresario de 8 años era mas que suficiente.
Quizá pienses que hacer esto es arriesgado, pero ten en cuenta que eran otros tiempos, hace casi 30 años de esto. Un niño podía andar tranquilo por el barrio sin problemas, además, el hombre del local simplemente era un trapero, que no quería mas que hacer su negocio. Hoy en día y más a tan tierna edad, conviene tener mas cuidado, y no hacer nada parecido, pero la cosa no es lo que hice, sino que lo hice. Parece un trabalenguas pero no lo es. Tenemos que pensar y dar vueltas a cosas cotidianas para darnos cuenta de que siempre hay una oportunidad a la vuelta de la esquina y que hasta un niño de 8 años puede darse cuenta. De esta forma y aunque sea empezando en pequeño, si pensamos en grande y nos apalancamos podremos llegar donde queramos.
Además, hoy los tiempos han cambiado pero la aparición de Internet nos permite apalancarnos mucho más y nos brinda un mundo lleno de posibilidades.
Y tu ¿Como conseguías dinero cuando eras niño? Comparte tus experiencias con el resto de la tribu y cuéntanos si necesitaste Emprender con 8 años.